23 mar 2011

A 35 años del golpe: Ni olvido, ni perdón

Marchemos todxs a Plaza de Mayo. Salimos a las 14:30 hs. desde Congreso.

En este 24 de marzo salimos a las calles a manifestarnos y recordar, junto con otras organizaciones, grupos y personas diversas, un nuevo aniversario del golpe de estado de 1976.

En el largo recorrido de luchas por la memoria, la verdad y la justicia, atravesado por numerosos obstáculos de impunidad, hoy, a 35 años del golpe, seguimos trabajando por la condena efectiva a los genocidas, al tiempo que renovamos nuestro compromiso y construimos una memoria crítica de la militancia de aquellos años y de las múltiples formas de resistencia que –en los centros clandestinos, las cárceles y las plazas- surgieron  a partir del golpe del ‘76.

Con la derogación de las leyes de impunidad, de obediencia debida y punto final, comenzaron los juicios a los genocidas, quienes siguen manteniendo el pacto de silencio y sangre a partir del cual desaparecieron a 30.000 personas. Pero no sólo eso: el testigo contra Etchecolatz, Jorge Julio López, dos veces desaparecido –en dictadura y en democracia- es la triste evidencia de la todavía impune actuación de los represores. El año pasado, el asesinato de Silvia Suppo a pocos días del 24 de marzo, testigo en el juicio contra Santiago Omar Riveros, quien fuera comandante del IV Cuerpo del Ejército, volvió a ponernos en alerta y, sin embargo, su asesinato no sólo sigue impune sino también social y mediáticamente invisibilizado. 
Silvia Suppo y otras mujeres detenidas-desaparecidas fueron las que en los últimos años visibilizaron y denunciaron la violencia sexual como forma de tortura en la dictadura, que afectaba particularmente a las mujeres, como castigo por la subversión de pautas de género tradicionales que estas mujeres encarnaban, según los represores.  

Derechos humanos hoy
Los medios de manipulación mediática, cómplices del silencio en torno a estas impunidades, pretenden al mismo tiempo verndernos al "pibe chorro" como el causante patológico de la inseguridad y el delito. Sin embargo, para Luciano Arruga y la familia de Vanesa, su hermana, la inseguridad es la policía. Para todos/as los pibes y pibas humildes es el “gatillo fácil”. Para los Qom, la inseguridad es vivir desde hace cientos de años en una tierra que tiene dueños privados amparados por el Estado. Para Marita Verón, esclavizada y desaparecida hace 9 años por las redes de prostitución, inseguridad es la policía, son los funcionarios judiciales que la han entregado a las mafias y que amparan el negocio que se monta sobre su cuerpo. Para Julio López y Silvia Suppo, la inseguridad es el aparato represivo de la dictadura, que sigue operando. Mariano Ferreira conoció, antes de morir asesinado, la inseguridad de las patotas sindicales, de los matones a sueldo que reprimen a los trabajadores cuando salen a protestar. Para Otoño Uriarte, la inseguridad es el gran negocio proxeneta que se ha desarrollado mucho antes de que ella cumpliera 15 años y fuera secuestrada, y luego encontrada muerta en un canal de riego en Cipolletti. Sobre todo para Otoño, la inseguridad habita en las palabras del Oficial César Cayumil y al Subcomisario Moisés Rodríguez que, según una escucha telefónica, conversaban sobre la captura y ‘venta’ de la adolescente. Para Andrea López, insegura es su pareja: entregadora, proxeneta, golpeadora... y la policía, que no tomó ninguna de sus denuncias previas a su desaparición. A Vanesa Ledesma, militante de la Asociación de Transexuales Unidas de Córdoba, torturada y asesinada en una comisaría, y a Natalia Melmann, secuestrada, violada y asesinada por la policía bonaerense, ¿qué inseguridad arrancó sus vidas?

El aparato represivo del Estado perpetúa la impunidad a través de secuestros, negocios clandestinos, torturas, y con la violencia y complicidades entre poderosos. Ayer desaparecían a trabajadorxs, militantes, estudiantes, jóvenes. 30.000 hombres y mujeres. Hoy estos métodos se siguen aplicando para las 700 mujeres, travestis y niñas que son apropiadas anualmente por el gran negocio de la explotación sexual, en los más de 2900 asesinatos de jóvenes en los barrios desde el '83 hasta hoy, sobre quien fue desaparecido durante el terrorismo de estado y nuevamente en la democracia por declarar contra el genocida Etchecolatz... y alrededor de los 400 nietos que aún faltan recuperar. Afirmamos: ¡En democracia desaparecen personas! Y al igual que durante la dictadura, el miedo y el silencio ocultan esta verdad urgente en un autismo social cómplice.

La memoria no solo debiera servir como puente al pasado sino también como clave para pensar el presente. Los derechos humanos no pueden congelarse en sus contenidos, volverse rígidos, ni ser “propiedad” de nadie. Reclamar justicia por la violencia estatal del pasado nos obliga, si somos coherentes, a reclamarla frente a la que se despliega –aunque sea de modos diferentes- en el presente. 

Como el poder sabe disgregar, disolver y dispersar todos estos crímenes, presentándolos como "casos aislados", como si no tuvieran relación alguna, escondiéndolos tras las páginas de robos e inseguridad, los medios de desinformación no los difunden, no conocemos sus caras, todavía no sabemos quiénes son los miles y miles que desaparecen. Nosotros y nosotras elegimos reunirlos, conectarlos, hacerlos parte de una misma causa por la MEMORIA, LA VERDAD Y LA JUSTICIA, por romper con la complicidad, con la alienación, por una búsqueda infatigable hasta que aparezcan con vida.

Julio López… ¡Presente!
Silvia Suppo… ¡Presente!

Luciano Arruga… ¡Presente!

Vanesa Ledesma, y todas las travestis y mujeres torturadas y violadas por la policía… ¡Presentes!

Marita Verón, Florencia Pennachi, Fernanda Aguirre y las cientas de mujeres desaparecidas en las redes de prostitución, ¡Presentes!

Feministas Irreverentes