No queremos placas, no queremos santuarios, queremos Justicia.
A cuatro años de la violación y asesinato de Sandra Ayala Gamboa, el crimen continua impune: un solo acusado y todavía no hay juicio.
¿Quién era Sandra?
Una chica de nacionalidad peruana que había llegado a nuestro país para estudiar enfermería y medicina. Pero sus sueños fueron arrebatados. El 16 de febrero del 2007, se presento a una entrevista de trabajo en el archivo de ARBA, en la Ciudad de la Plata, y en ese lugar público fue violada y asesinada. Los responsables siguen libres; hay solo un culpable que todavía no ha sido enjuiciado.
¿Cómo entendemos este crimen? Como un FEMICIDIO. ¿Cómo lo entiende la justicia? Como un crimen pasional.
A la justicia le decimos: Sandra ha sido víctima de un femicidio.
El femicidio es el concepto que el movimiento feminista se ha dado para dar cuenta de la violencia contra las mujeres en su expresión más cruel. Es una forma de dar inteligibilidad a determinadas muertes, una lectura que busca hacer entrar en el debate político una realidad social tolerada e invisibilizada. El femicidio no refiere al homicidio de una mujer sino a su asesinato por el hecho de ser mujer. Es decir, que el factor explicativo de la violencia y –en el caso del femicidio- de la muerte, es el género como relación de poder. No se trata del instinto, ni de la irracionalidad, ni de la desviación, sino de la “normalidad” de las relaciones desiguales que son socialmente estructurales, y que se manifiestan en las propias relaciones personales.
A cuatro años del femicidio de Sandra:
Exigimos a la justicia que se investigue seriamente.
Una justicia que no investiga es una justicia cómplice.
Basta de violencia hacia las mujeres.
Por todas las mujeres víctimas de femicidio, les decimos a la justicia que nosotras somos sus voces y seguiremos luchando hasta que todas seamos libres.
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